A principios del siglo 21
el interés por mejorar la vida de los ciudadanos en las grandes capitales se sumó a la voluntad de hacerlo de manera sostenible.
Hacia el final de la primera década de los años 2000, muchos municipios españoles vieron la necesidad de renovar algunos servicios municipales como el alumbrado, pero también de reducir la contaminación y optimizar el gasto energético y el económico.